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Colas de más de tres horas para ver la exposición "Picasso y los Maestros" en París

EFE

La exposición "Picasso y los Maestros", abierta ayer al público en el Grand Palais, sumó ya en su haber colas de más de tres horas en algunos momentos, según dijeron hoy a Efe fuentes del museo parisino.

Todavía no alcanzó, sin embargo, la media de 10.000 visitantes diarios previstos, por lo que se espera que las filas vayan en aumento en los próximos días, salvo para todo aquel que reserve su entrada por internet o tome cita con los Maestros en los comercios autorizados.

Entre tanto, en el Museo de Orsay, segunda de las tres sedes -junto con el Louvre- del inmenso homenaje que hasta el próximo mes de febrero rinde París a Pablo Ruiz Picasso (1881-1973), "hay mucha menos gente", aseguraron las mismas fuentes.

Son también menos salas, cuatro en Orsay frente a las diez del Grand Palais, donde según una "cronología plástica", que va del autorretrato al desnudo, los organizadores del evento confrontan a Picasso con Velázquez, Rembrandt, Goya, Tiziano o Zurbarán y otros grandes artistas con los que se formó y dialogó a lo largo de su existencia.

Bajo el título "Picasso/Manet: Le Déjeuner sur l'herbe", las cuatro salas de Orsay, están, en cambio, dedicadas exclusivamente a mostrar las variaciones realizadas por Picasso entre 1954 y 1962 a partir de un sólo cuadro, en total pueden verse aquí cuarenta óleos, dibujos, maquetas de cartón y grabados.

En el origen de esta exquisita exhibición, un cuadro pintado en 1863 por Edouard Manet que escandalizó a sus contemporáneos tanto por su factura como por las cuatro figuras representadas, al aire libre, una de ellas, femenina, completamente desnuda, otra del mismo sexo saliendo del baño, ambas en la amable compañía de dos caballeros elegantemente vestidos.

Abierta sólo hoy al público, la monográfica del Louvre, también en torno a un único cuadro, aquí "Les femmes d'Alger" (1834), de Eugène Delacroix, se inserta en la "poly-expo Picasso", como le bautiza hoy el diario "Liberation", pero también el circuito propio al Museo.

No hay colas especiales para ella, pues para contemplar las obras de Picasso en las augustas salas hay que recorrer buena parte del ala Denon, donde se exhiben grandes formatos y pintores franceses, hasta topar con la pequeña sala que reúne junto al modelo original una veintena de obras, nueve de ellas óleos, realizadas en el invierno de 1955.

El resultado es inevitablemente intimista, recién vistas impresionantes tragedias como "La balsa de la Medusa" (Le Radeau de la Méduse) (1819), de Jean-Louis André Théodore Géricault; o "La muerte de Sardanápalo" (La Mort de Sardanapale), (1827-1828), de Eugène Delacroix.

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