El Cigala llenó de duende flamenco la plaza compostelana de A Quintana
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Diego El Cigala entusiasmó con su duende a las más de dos mil personas que ayer se dieron cita en la compostelana plaza de A Quintana para disfrutar de la que ya está considerada como una de las mejores voces del flamenco actual.
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El cantaor madrileño, que se dio a conocer en hizo su aparición en el escenario pasadas las once de la noche para presentar los temas de su último trabajo, 'Dos lágrimas', en uno de los conciertos estrella de las fiestas del Apóstol 2009.
Arropándole se encontraban los músicos que lo acompañan en su recién estrenada gira por España, el contrabajista cubano Yelsy Heredia, el pianista catalán Jaime Calabuch, el guitarrista jerezano Diego Morao y el percusionista madrileño Sabú Porrina.
El público, que se repartía por la plaza bajo la atenta mirada de la torre Berenguela, se entregó desde el principio al cante de El Ciagala, que después de ironizar sobre el frío que hace en Santiago, se arrancó con uno de sus nuevos temas, 'Si te contara'.
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Le siguieron Bravo, Compromiso, Historia de un amor y otras canciones de su nuevo disco, que entusiasmaron al respetable que aplaudía y gritaba 'Olé' con su mejor acento andaluz.
Poco a poco, la fusión de flamenco, copla y jazz, fue llenando la histórica plaza de A Quintana, donde también tuvieron cabida los ritmos latinos, la lírica andaluza en forma de soleá y el bolero más español.
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El momento más emocionante de la noche llegó de la mano de los versos de Rafael Alberti, al que El Cigala se refirió como "ese pedazo de poeta gaditano" para después entonar el popular bolero "Se equivocó la paloma".
Cuando ya se acercaba el final del concierto, que duró algo más de hora y media, el célebre cantaor madrileño agasajó a los presentes con algunas de las versiones incluidas en su disco como la copla 'María de la O', del maestro Rafael de León, o el cuplé 'Dos cruces' de Antonio Molina.
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Cuando el reloj de la torre Berenguela marcaba las 12:41, el artista flamenco se despidió del público compostelano arropado por sus inseparables músicos y los asistentes fueron abandonando poco a poco la plaza tocando palmas.