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El centenario de Simone Weil se cumple mañana con su legado en pleno auge

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El centenario del nacimiento de la filósofa y poeta francesa de origen judío Simone Weil se cumple mañana, martes, con una creciente notoriedad en su legado, que se encuentra en pleno proceso de recuperación editorial en España.

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"La desgracia de los otros entró en mi carne", escribió Simone Weil en la frase que vertebró todo el pensamiento y la vida de esta filósofa existencialista y mística, que también fue poeta, y que murió con 34 años por una anorexia voluntaria al negarse a comer, en solidaridad con los franceses de la zona ocupada durante la segunda guerra mundial.

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Licenciada en filosofía y una gran maestra, Weil fue educada en el agnosticismo por unos padres cultos, pertenecientes a la alta burguesía. Fue una figura incómoda y atípica para muchos. Nunca asumió ningún carné, aunque coqueteó con el partido comunista y los sindicatos.

Sus escritos históricos y políticos y sus poemas están editados actualmente en España por Trotta, editorial que desde hace años está recuperando todos sus trabajos, incluidos los poemas inéditos.

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La editorial está en conversaciones con el Instituto Francés para llevar a cabo algún homenaje este año a esta profesora y estudiosa del cristianismo y otras religiones.

"Valoro y amo el pensamiento de Simone Weil, si bien, en el caso de un agnóstico como es el mío entiendo el componente místico de este pensamiento en su posibilidad de aplicación a los hechos terrestres, aplicación verificable, por ejemplo, en sus escritos relacionables con la condición obrera", explica a Efe el poeta y premio Cervantes Antonio Gamoneda, quien se declara un gran admirador de la obra de la autora francesa.

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"Su existencialismo y misticismo, algo tan peculiar, en cierto modo fue un maridaje conflictivo y algo que le causó bastante sufrimiento. Sus libros de ensayo son extraordinarios y en el orden de las convicciones y en su sensibilidad estoy muy cerca", argumenta Gamoneda.

Para el poeta leonés, la sensibilidad de Weil con la condición obrera y la gente oprimida -ella llegó a abandonar temporalmente la docencia para trabajar en algunas fábricas de automóviles y poder conocer la alienación y el trabajo duro-, y su actuación en España ayudando al ejercito republicano, "más allá de su idealismo, es encomiable", subraya el autor de "Arden las pérdidas".

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Simone Weil, que analizó e indagó siempre en las razones por las que la condición humana repetía constantemente las acciones bélicas, escribió sentencias como: "prefiero morir a vivir sin verdad".

También para el escritor abulense José Jiménez Lozano, Premio Cervantes y experto en mística, Simone Weil tenía "una inteligencia fulgurante. "Es una figura retadora -dice-, el mismo Trotsky, tras una discusión con ella, salió de la habitación dando un portazo, como el boxeador que le han partido una mandíbula, llamándola "pequeño-burguesa".

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"Si no fue una mística, de su pasta era; y, por lo tanto, carne de cañón especialmente codiciada para ser movilizada ideológica, política y culturalmente, aunque fue en balde", precisa Jiménez Lozano.

El autor de "La boda de Ángela" recuerda frases conmovedoras de Simone Weil, como 'la ausencia de Dios era el más maravilloso testimonio del perfecto amor', o 'cuando se ama a Dios a través del mal como tal, es verdaderamente a Dios a quien se ama', "que nos dejan a todos con la boca abierta y en silencio", añade.

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"Pero ella -matiza- tiene también un discurso intelectual, filosófico, sociológico, político e histórico, y un discurso crítico de corte kantiano con el que quiebra de modo muy entitativo muchas de nuestras seguridades. Es inevitable su encuentro para nuestra vida y pensamiento", concluye.

Los primeros poemas de juventud de la escritora, con un claro contenido estético, ya apuntan sus inquietudes sociales y políticas. En algunos de ellos muestra y hace referencia a la dura vida de los obreros en las fábricas, a "su penoso trabajo y a la ausencia de belleza y alegría.

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"El duro metal brota de los moldes/ y el hierro ardiente se pliega y cede al martillo", escribe en "Prometeo" (1937), el dios encadenado con hierro ardiente a la roca por voluntad de Zeus.

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