El calvario
El itinerario de Rato en la política a partir de la pérdida del liderazgo del PP por el dedazo de Aznar ha sido irreversible
Publicidad
El escenario se está montando para el tándem Rato-González. Esperanza Aguirre tiró la toalla por la presidencia de Ignacio González el pasado viernes por la noche y ayer enseñó la patita cuando dijo que Rodrigo Rato, si acepta, podría ir como consejero general en la lista que presentará la Asamblea de Madrid en el proceso electoral de Caja Madrid. Luego los servicios de la Comunidad de Madrid dijeron que también Ignacio González iría en esa lista. Rato, pues, sería presidente ejecutivo de Caja Madrid y González el presidente del grupo industrial de la entidad. Lo que faltaba: Mariano Rajoy hace de rey Salomón.
Publicidad
Esa elección, mira por dónde, pudo haber contenido la semilla de la autodestrucción del PP, ya que Rodríguez Zapatero le ganó primero la campaña electoral, de baja intensidad, a Rajoy, lo que permitió al PSOE dar el salto de la victoria a cuenta del repudio masivo de la conducta de Aznar durante el atentado del 11-M.
Zapatero y Aznar fueron decisivos a la hora de que Rato partiera al destierro del FMI. El primero apoyó una semana después de ganar las elecciones del 14-M la candidatura europea de Rato para el FMI; el segundo hizo las gestiones oportunas ante el entonces emperador George W. Bush, sobre todo a partir de la retirada de las tropas españolas de Irak, a mediados de abril de 2004, no sea que el presidente norteamericano bajara el pulgar al escuchar el nombre de un español.
Ya en el FMI, Rato mantuvo escasa comunicación, por no decir inexistente, con Rajoy. Seguía la política española por supuesto. Pero de lejos. Su vida en Washington era un destierro de oro y poder internacional, mas no de pasiones. Vivía alejado de sus hijos y de su compañera sentimental. Con ocasión de las asambleas anuales de la entidad, había una persona discreta que canapé y bebida en mano siempre se le acercaba en la fiesta de clausura, después de los saludos protocolarios. Se trataba de un hombre delgado, de abundante pelo blanco. Le trataba con verdadero cariño. Su nombre: Isidre Fainé. Era entonces director general de la Caixa de Pensions.
Publicidad
Fainé supo en 2007 que Rato estaba abierto a un regreso a España antes de cumplir su mandato de cinco años en el FMI, en junio de 2009, siempre que tuviera una oferta atractiva de trabajo. Y Fainé se aprestaba a convertirse ese año en el presidente de la entidad y en lanzar Criteria, el poderoso holding de participaciones industriales de la entidad financiera. Fainé ofreció a Rato embarcarse en la nueva aventura con él. Si el 7 de junio de 2007 Fainé era nombrado presidente, Rato, a su vez, de acuerdo con el guión, anunciaría su salida del FMI el 28 de junio, cuatro meses antes de la asamblea general prevista para el 20 de octubre de 2007. "Mis circunstancias y responsabilidades familiares, particularmente en cuanto a la educación de mis hijos, son la razón por la que dejaré anticipadamente mis responsabilidades en el Fondo", decía el comunicado de Rato difundido por el FMI.
Según el plan, el flamante ex director gerente del FMI sería el hombre fuerte de Criteria, el presidente o vicepresidente ejecutivo. El que mandaría, vamos. En octubre Criteria tenía previsto salir a Bolsa. Y Rato ya estaba en camino para aterrizar en Madrid por aquellas fechas. Pero he aquí que Fainé no pudo cumplir el acuerdo. Las presiones políticas autonómicas llevaron, pues, a que Rato se quedara como consejero del holding. Recursos no le faltaron. En diciembre de 2007 fue fichado como socio de Lazard Asesores Financieros y Emilio Botín le ofreció un puesto a partir de enero de 2008 en el consejo internacional del Banco Santander.
Publicidad
Con todo, el dinero abundante no lo es todo. Rato necesitaba poder e influencia que tradicionalmente en este país se consigue a través de las entidades financieras importantes. La sustitución de Miguel Blesa en Caja Madrid, la cuarta entidad financiera española, era su oportunidad. Habló antes del verano de 2009 con Esperanza Aguirre y más tarde con Rajoy. Se ofrecía para el puesto.
Y lo que debía ser una entrada profesional, plebiscitaria, bajo palio, en Caja Madrid, se ha transformado en un calvario para Rodrigo Rato por el uso que las dos bandas enfrentadas (Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón) y el nuevo rey Salomón han hecho de la figura de su personalidad.
Publicidad
Una vez sellado el pacto, habrá que convencer a la jueza de Madrid Inmaculada Vacas de que todo ha sido una obra de teatro y de que se olvide del proceso electoral actualmente suspendido. Ruiz-Gallardón retirará el recurso, pero habrá también que convencer a Jordi Hereu, el alcalde de Barcelona, que también se eche atrás. Y la señora Vacas puede tener sus propias ideas.