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Brasil intenta que Cuba se reintegre en la OEA

La Habana rechaza volver a la organización después de 47 años

G. CASTILLO / A. GALÁN

A pesar de la 'histórica rectificación de la Organización de Estados Americanos (OEA)', como calificaron varios cancilleres la readmisión de Cuba tras 47 años de castigo, la posición de La Habana sigue en el limbo.

El Gobierno de Raúl Castro subscribió ayer una por una las palabras de la última reflexión de Fidel al agradecer el esfuerzo realizado por los 34 paises que integran el foro para superar los obstáculos, 'pero no tenemos necesidad de pertenecer a una organización al servicio de EEUU'.

Sin embargo, este aparente portazo cubano podría sufrir variaciones en las próximas semanas si las iniciativas diplomáticas abiertas tras la conclusión de la Asamblea General logran ablandar las reticencias de la isla. Brasi es una de las delegaciones más interesadas en que La Habana termine sentándose en la silla que desde ayer tiene reservada en el consejo de la OEA.

Aunque el gigante latinoamericano nunca ha demostrado devoción por esta organización con sede en Washington, sí considera que la presencia cubana puede ayudar a transformarla 'en una organización más útil de lo que es en la actualidad'. La iniciativa cuenta con el apoyo de todos los países que integran la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y Ecuador. Ayer, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva volvió a pedir públicamente el fin del embargo porque 'no tiene sentido' y 'debe caer poco a poco'.

Sabedor de que su demanda tardará tiempo en consumarse, el mandatario brasileño se congratuló de que los cubanos dejaron ayer de ser 'los marginados' del continente latinoamericano.

En opinión del líder brasileño, en la inesperada resolución de la OEA prevaleció el sentido común, 'porque nadie conseguía explicarse ya una reunión de los países americanos sin estar Cuba presente. Eso acabó y es bueno para todo el mundo'. Por último, Lula lanzó un guiño moral a los cubanos, muy del gusto de Fidel Castro: 'Es una victoria del pueblo latinoamericano, pero sobre todo es una victoria de Cuba, que esperó paciente tantos años'.

La parte más delicada de este embrollo queda en manos de su ministro de Exteriores, Celso Amorim. Su función a partir de ahora es liderar la comisión que a partir de hoy discute cómo se llevará a cabo el reingreso de Cuba en la organización.

Fuentes cercanas al Gobierno cubano indicaron que las reticencias de la isla para reintegrarse a la OEA se fundamentan en 'la nulidad funcional de este foro, su escasa influencia en el ámbito económico y el uso que de ella hace EEUU para intervenir en el continente'.

Para la mayoría de los integrantes de la organización, el paso clave para la normalización de Latinoamérica es el levantamiento unilateral del embargo que pesa sobre la isla desde 1962. El propio secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, abogó ayer por abolir estas sanciones 'porque no creo en ellas ni en los bloqueos para hacer política democrática'. En una entrevista al canal venezolano Telesur, Insulza reveló que la expulsión de Cuba de la organización que dirige 'fue dirigida por dos dictadores, el nicaragüense Anastasio Somoza, y el paraguayo Alfredo Stroessner'.

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