Un simple agente natural podría acabar con una plaga mortal. Investigadores de la Universidad Estatal de Londrina (Brasil) trabajan desde hace 10 años con la bacteria Bacillus Thuriengiensis (Bt) para producir un insecticida que acabe con las larvas de dos mosquitos muy dañinos para el hombre: el Aedes aegypti, que causa el dengue y la fiebre amarilla, y los de la familia Anopheles, que transmiten la malaria. La bacteria Bt se conoce desde principios del siglo XX y es una de las más perjudiciales para cultivos como maíz o soja, ya que pone huevos en la planta y las larvas se comen las cañas por el interior, matando las mazorcas y judías.
Sin embargo, los investigadores brasileños intentan que, en vez de atacar a los cultivos, esta bacteria luche contra los mosquitos. La novedad de su producto, ya patentado, es que actúa específicamente contra las especies que crían en Brasil. 'Contamos con un producto nacional, que antes teníamos que importar y tratar, y eso reduce gastos para la sanidad pública', explica el profesor de Biología de la Universidad Estatal de Londrina y director del grupo de investigación, José Lopes.
Los investigadores cultivan las bacterias Bt en laboratorio, las alimentan con soja para que crezcan mejor y de ellas extraen la toxina, que adquiere una forma de cristal, que sólo se fragmenta cuando la larva de mosquito bebe el agua. 'El PH del mosquito es de 8, mientras que el del hombre es de 2, por lo que los cristales sólo se rompen cuando los ingiere el mosquito, no tiene efectos residuales ni afecta a otras especies, ni por supuesto al hombre', expone Lopes. Y añade: 'Es como meter la llave en la cerradura, la toxina sólo actúa en el mosquito'.
La Organización Mundial de la Salud recomienda la utilización de bioinsecticidas para actuar contra estos mosquitos, ya que no afecta al resto de la fauna del río, al ganado ni a las personas que beben esa agua. El preparado del bioinsecticida consiste en multiplicar la toxina durante tres días de agitación en las cubetas del laboratorio.
Cuatro toxinas
'El bioinsecticida actúa en cuatro toxinas y no hay problemas de resistencia porque si el mosquito logra adaptarse a una de ellas, quedan otras tres. Es muy poco probable que se haga resistente a las cuatro', explica la investigadora Gisleina Vilas. La resistencia es uno de los escollos principales a la hora de desarrollar un insecticida eficaz, ya que en África, por ejemplo, ha aumentado la resistencia a los pesticidas piretroides y DDT, según la OMS.
Una vez que el bioinsecticida está listo, los investigadores rocían los márgenes de los ríos, rocas y plantas de ribera, que es donde los mosquitos ponen las larvas, y 'después de 24 horas, todas las larvas mueren', asegura Lopes.
Los mosquitos son los principales transmisores de enfermedades mortales como malaria, dengue, fiebre amarilla o sarcoma de kaposi. Su hábitat ideal son las lagunas y ríos ricos en materia orgánica, donde sus larvas puedan alimentarse. El profesor Lopes explica que en Manaos, en el borde de la selva amazónica, los árboles talados que se transportan por los ríos crean presas y, en el agua estancada, los mosquitos encuentran las mejores condiciones para reproducirse, al igual que en zonas de acuicultura y donde el agua no se renueva.
La malaria causa un millón de muertes al año en el mundo, mientras que el dengue acaba con medio millón de personas. La fiebre amarilla mató a más de 3.000 en cuatro años.
En la Universidad de Londrina han optado por acabar con la malaria matando a las larvas. Sin embargo, entomólogos de la Universidad de Penn State (EEUU) han desarrollado un insecticida que acaba con los adultos, los que transmiten la malaria a humanos.
Según publican en PLoS Biology, con el insecticida que sólo mata a los que han completado cuatro ciclos de puestas de huevos se reduce el número de picaduras en un 95%, mientras que si se mata a los mosquitos de todas las edades, se pueden crear resistencia al pesticida. “La mayoría de mosquitos no viven lo suficiente para trasmitir la malaria, y para detener la pandemia basta con acabar con los adultos”, explica el investigador Andrew Read.
¿Te ha resultado interesante esta noticia?
Comentarios
<% if(canWriteComments) { %> <% } %>Comentarios:
<% if(_.allKeys(comments).length > 0) { %> <% _.each(comments, function(comment) { %>-
<% if(comment.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= comment.user.firstLetter %>
<% } %>
<%= comment.user.username %>
<%= comment.published %>
<%= comment.dateTime %>
<%= comment.text %>
Responder
<% if(_.allKeys(comment.children.models).length > 0) { %>
<% }); %>
<% } else { %>
- No hay comentarios para esta noticia.
<% } %>
Mostrar más comentarios<% _.each(comment.children.models, function(children) { %> <% children = children.toJSON() %>-
<% if(children.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= children.user.firstLetter %>
<% } %>
<% if(children.parent.id != comment.id) { %>
en respuesta a <%= children.parent.username %>
<% } %>
<%= children.user.username %>
<%= children.published %>
<%= children.dateTime %>
<%= children.text %>
Responder
<% }); %>
<% } %> <% if(canWriteComments) { %> <% } %>