El Barça es otra historia
Nuevo recital de fútbol y goles del equipo de Guardiola, que impone su estilo ante un grande venido a menos. El planteamiento de Klinsmann recibe un justo castigo. El Bayern acaba rendido
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Hay equipos que intimidan con el nombre y otros que te matan con el balón. El Bayern actual pertenece a la primera categoría. El Barça de Guardiola, a la segunda. Ahí radicó la enorme superioridad y la consiguiente goleada que los chicos de Pep exhibieron ante los de su contemporáneo Klinsmann. En el Camp Nou se medían los dos equipos más goleadores de la competición, pero uno, el que salió a ganar con el balón, goleó al otro, el que salió a no perder con el escudo. Salvo debacle poco probable, la eliminatoria está vista para sentencia. Este Barça es otra historia.
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Contagiado por el ilusionismo de Guardiola, Klinsmann también prometió un Bayern valiente. Era un farol. El técnico alemán debió de plantear el partido sobre papel higiénico. Con dos líneas de presión muy juntitas y limitándose a verlas venir. Sin ningún contacto con el balón y sin otra sana aspiración que interceptar un balón y mandárselo por correo urgente al solitario Toni. Como dicen los que saben, no se juega para presionar, sino que se presiona para jugar. El canguelo de Klinsmann fue tal, que se cargó al portero titular (Rensing) y apostó por Butt, ex del Leverkusen al que Zidane marcó aquel gol de volea en Glasgow.
Al Bayern no le afectó que el Barça le marcara dos goles antes del cuarto de hora. Lejos de sonrojarse, los de Klinsmann siguieron jugando a lo mismo. Es decir, a nada. La posesión del Barça era escandalosa. Insultante para futbolistas de la talla de Ribéry, Schweinsteiger o Zé Roberto. Enfrente de ellos, Iniesta y Xavi volvían a dar otro recital de cómo se juega al fútbol. Permanentemente en contacto a través de ese cordón umbilical que es para ellos el balón.