Sólo ha pasado un fin de semana, pero entre el viernes y ayer las bolsas europeas han percibido que, aún a la espera de un voto crucial en el Parlamento de Grecia, el segundo rescate del país comienza a enderezarse. Tras una cumbre sin grandes resultados, que originó un mar de dudas en los mercados financieros, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunció ayer un acuerdo con la banca de su país para no huir de Grecia y contribuir así a sus necesidades de financiación en los próximos años.
La propuesta de Francia fue discutida en Roma, en una reunión entre los responsables del Instituto de Finanzas Internacionales, un lobby bancario que agrupa a 400 entidades, y el presidente del Comité Económico y Financiero, un órgano consultivo de los 27 Gobiernos de la Unión Europea que está considerado en Bruselas como la 'cocina' de las decisiones de los ministros.
El sector financiero francés es, junto al alemán, el que más bonos de deuda griega posee. Sólo BNP Paribas ha invertido 5.000 millones de euros y Société Générale otros 2.500. Según Sarkozy, los bancos y aseguradoras franceses están dispuestos a reinvertir en Grecia el 70% de los bonos que venzan en los próximos tres años. El sector financiero se comprometería a prolongar hasta 30 años el plazo de devolución de la mitad de todo lo invertido en la actualidad. A cambio, esos bonos dejarían de ser considerados como deuda pública griega y entrarían a formar parte de un fondo especial con unos intereses similares a los que ya paga Atenas por los préstamos de los países de la zona euro y a los que se les añadiría un suplemento en relación al crecimiento de la economía helena. El 20% restante se invertiría en bonos de alta calidad para compensar el riesgo del resto de la operación.
Según Sarkozy, el resto de países cuyos bancos están expuestos a la deuda griega 'encontrarán interesante' esta solución, encaminada a rebajar la factura del rescate con fondos públicos que, de todas formas, será inevitable. Diversos cálculos apuntan a una participación del sector privado de 25.000 a 30.000 millones, mientras que el conjunto del segundo programa de financiación de Grecia podría superar los 100.000 millones.
Sin embargo, se trata de una solución que podría no convencer a los bancos alemanes, que de momento describen la reunión de Roma y sus propias negociaciones con el Gobierno de Angela Merkel como meros contactos informales. El presidente de Deutsche Bank, Josef Ackermann, aseguró que el acuerdo llegará a finales de esta semana, coincidiendo con el precio del paquete de ayudas en forma de recortes del gasto y privatizaciones sobre las que el Parlamento griego se pronuncia desde mañana hasta el jueves.
El director general de la Asociación de Bancos Privados Alemanes (BdB), Michael Kemmer, aseguró que la exposición de los bancos alemanes se sitúa entre los 10.000 y los 20.000 millones, pero alertó de que las entidades siguen buscando 'incentivos' para no huir de Grecia pese a su dudoso horizonte financiero.
La decisión sobre un segundo rescate debería ultimarse en la reunión extraordinaria que los ministros de Economía del euro celebrarán este domingo. En esa reunión, según la Comisión Europea, se desbloqueará el quinto tramo de ayudas al país dentro del rescate ya en curso, que asciende a 12.000 millones. Eso sí, siempre que el Parlamento de Grecia apoye el plan de austeridad que le obligará a recortar el gasto y adelgazar el Estado en 78.000 millones de euros en los próximos tres años.
La incertidumbre y la prolongación de la crisis griega ha hecho ya mella en las entidades nacionales, que han perdido un 8% de los depósitos por la desconfianza de sus clientes, según la agencia Moody's. 'Esperamos que los bancos griegos cada vez encontrarán más dificultades para reducir su dependencia de la financiación del BCE a medida que caen sus depósitos', alertó ayer en un análisis.
Precisamente las agencias de calificación de riesgos, en parte responsables de la crisis financiera por no alertar a tiempo de los riesgos que la provocaron, tendrán un papel crucial en la solución de los problemas de Grecia. El BCE aseguró que aplicará sus normas y dejará de inyectar liquidez a los bancos griegos si la solución negociada con la banca es percibida como un impago o una quiebra encubierta. Por su parte, Moody's, Standard & Poor's y Fitch han advertido de que cualquier coacción a los inversores privados para que no huyan de Grecia o cualquier solución que les haga perder dinero será considerada como un impago, desencadenando otra crisis peor que la que ocasionó la caída de Lehman Brothers, según Ackermann.
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