El primer ministro, François Fillon, afirma que 'no existe y no existirá un plan de rigor' en Francia. El presidente Nicolas Sarkozy jura que pone en marcha 'no una política de rigor, sino una política responsable'. Y, sin embargo, las directivas del jefe del Ejecutivo son diáfanas: recortar un 10%, entre 2011 y 2013, en todos los llamados 'gastos de intervención' del Estado. Esto es, un tijeretazo de unos 6.700 millones en el gasto público de utilidad social.
Ese ha sido el ángulo de ataque de Sarkozy para acatar las exigencias de los mercados y para conformarse con el dictado de Bruselas sobre reducción del déficit. No ha sido morder en los sueldos de los levantiscos funcionarios franceses; ni golpear las pensiones ya adquiridas y pagaderas cada mes a los jubilados; tampoco habrá bajón de sueldo de los ministros, ni reducción del número de altos cargos. Sarkozy mete la tijera en la Francia que no se ve.
Los 'gastos de intervención' son el pulmón del país y base de la excelente productividad por hora trabajada desde hace treinta años. Son tanto ayudas a la construcción de viviendas como para empleos semipúblicos, pasando por prestaciones sociales como la renta mínima de subsistencia, el subsidio del alquiler del piso o la renta para adultos minusválidos y becas. Incluye también buena parte de la financiación que el Estado transfiere a los poderes locales.
Sólo una semana antes, Fillon ya había anunciado otra mordida. La congelación entre 2011 y 2013 de los gastos de funcionamiento del Estado, que, en total, se elevan a unos 20.000 millones anuales. Sí que mantiene, por el contrario, un programa excepcional de inversión del Estado para proyectos decididos personalmente por el presidente y financiados con el Empréstito Sarkozy (deuda totalmente nueva) por 35.000 millones.
Aunque de momento no hay impuestos nuevos o subidas, Sarkozy ha afirmado que todos tendrán que arrimar el hombro, 'hasta los ricos', para captar unos 5.000 millones. La frase 'hasta los ricos' hizo sonreír a los sindicatos, que temen un ataque contra las deducciones de algunas decenas de euros de que gozan casi todas las profesiones y no contra las desgravaciones de que disfrutan los propietarios de yates, por ejemplo.
Porque hay una frase que Sarkozy no pronuncia: abolición del 'escudo fiscal' creado en 2007 para proteger a las rentas altas. Hoy permite a un rentista ultrarrico residente en Francia pagar porcentualmente menos impuestos que un ejecutivo de clase media-alta.
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