El anticatalanismo, en estado crítico
Un monstruo tardofranquista
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VALÈNCIA.- Por qué se habla valenciano en València no difiere mucho del porqué se habla una lengua en cualquier lugar. Tras la conquista del actual territorio valenciano por la corona de Aragón en el siglo XIII, sus tierras fueron repobladas por catalanes y allí dejaron su lengua, el catalán, idioma que se habla desde entonces con diversas variedades dialectales. Así lo certifican la historiografía y los lingüistas; nada demasiado diferente de lo que los españoles hicieron en América Central y del Sur. Sin embargo, mientras desde Baja California hasta Ushuaia no se discute que sus habitantes hablan español, por extraño que parezca, en tierras valencianas no existe el mismo consenso sobre su lengua.
El origen de este fenómeno, cimentado sobre la leyenda acientífica de que el valenciano es una lengua ajena al catalán, es político, y aunque sus defensores se hacen llamar “valencianistas”, para diferenciarse del nacionalismo valenciano —que no profesan—, popularmente son conocidos como blaveros (en referencia al ‘blau’ —azul en valenciano— que diferencia la senyera valenciana de la catalana).
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Un monstruo tardofranquista
“Anticatalanismo histórico ya había existido en los años 60, pero es en la Transición cuando explota como lo conocemos ahora. ¿Cuáles son los detonantes? El miedo de la clase dominante valenciana a perder la hegemonía frente a la generación joven antifranquista”. Así lo resume el sociólogo Vicent Flor, en referencia a una generación que, además, se había impregnado del nacionalismo valenciano descrito por primera vez por el ensayista Joan Fuster en ‘Nosaltres, els valencians’, obra e intelectual claves para la identidad y la reclamación de derechos propios para los valencianos. “Además, el postfranquismo tenía miedo de que España se rompiera, no solo por el País Vasco y Catalunya, sino también por el País Valencià”, subraya Flor, autor del libro ‘Noves glòries a Espanya, anticatalanisme i identitat valenciana’, indicando por qué, desde algunos sectores, un movimiento de perfil españolista era bienvenido.
‘Fachas en la calle’
Es lo que se conoce como la ‘Batalla de Valencia’: agresiones a plena luz del día contra cargos electos de izquierda; quema de la senyera oficial que entonces no llevaba la banda azul; atentados contra domicilios de intelectuales del nacionalismo valenciano; amenazas e insultos por parte de la ultraderecha. Y la policía mirando para otro lado.
Zaplana zanja la lucha de la lengua
Pero Zaplana no solo engulló al blaverismo en el PP, sino que también, quizás sin pretenderlo, zanjó la leyenda sobre la lengua. Como recuerda Flor, “Zaplana cortó con el secesionismo lingüístico en parte” con la creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, órgano que preveía el Estatut y que reconoce la unidad de la lengua catalana. “Pero fue más por una táctica estatal que ideológica”, apunta el sociólogo, recordando que el movimiento se produjo en la primera legislatura de José María Aznar, y que respondía a la necesidad del PP por pactar con CiU la presidencia del Gobierno. En cuanto a Zaplana –murciano que nunca habló valenciano ni lo intentó-, su interés recaía en posicionarse en Madrid y mantenerse en el poder.
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La desactivación del conflicto
“El blaverismo lo ha desactivado la propia evolución histórica”, analiza Vicent Baydal, historiador y autor de la obra Els valencians, des de quan són valencians? (Afers, 2016). “En el momento en el que nacionalismo valenciano se centra en un discurso político valenciano, empieza a desactivarse el conflicto”, explica Baydal, para quien la aparición de Compromís y sus consecutivos éxitos electorales ha sido clave en los últimos años.