La amnesia llega a la Generalitat
Las asociaciones catalanas lamentan que el Govern de CiU haya paralizado las políticas de memoria histórica
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Se dice que Manuel Carrasco i Formiguera, presidente de Unió Democràtica de Catalunya (UDC), pronunció cuatro palabras ante el pelotón de fusilamiento franquista que en 1938 le quitó la vida: "Amunt, avant, visca Catalunya lliure!" (¡Arriba, adelante, viva Catalunya libre!). Para muchos, esas palabras prueban que este partido, socio de Convergència en CiU, fue en su día un partido independentista. No es de esa opinión el actual presidente de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, que siempre ha marcado distancias con el soberanismo.
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Sea por esa u otra razón, lo cierto es que quien preside Unió desde 1990 ha impuesto su criterio en el Govern con respecto a la Memoria Histórica: ya no es un asunto prioritario. El extenso programa de 160 páginas que impulsó a CiU a una victoria electoral aplastante el pasado mes de noviembre ya daba pistas en este sentido: empleaba el término "ahorro" 17 veces. "Concierto" aparecía en 15 ocasiones. "Memoria Histórica", sólo una, y lo hacía para anunciar una "racionalización".
El pasado mes de junio, tras siete meses de legislatura, la vicepresidenta del Govern, Joana Ortega, persona de confianza de Duran, admitía que el balance de las políticas en este campo no era "nada positivo". La Memoria quedó bajo el paraguas de su Conselleria y las asociaciones han protestado en repetidas ocasiones ante la parálisis del Govern.
La pasada semana, Ortega anunció que trasladará la sede del Memorial Democràtic al castillo de Montjuïc, emplazamiento históricamente vinvulado a los encarcelamientos y fusilamientos con que se reprimió el movimiento obrero en la ciudad. Durante su comparecencia, aprovechó para explicar su visión del papel de la memoria histórica. "La memoria es de todos y todo el mundo debe sentirse cómodo con ella", dijo, para añadir que la voluntad del Govern "no es dividir a la sociedad en bandos de buenos y malos; las víctimas son todos los que murieron".
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"Unos y otros las hicieron de todos los colores", dice Duran en alusión a la Guerra Civil
Esos comentarios provocaron duros reproches de las entidades. Pep Cruanyes, portavoz de la Comissió per la Dignitat, aseguró que las palabras de la vicepresidenta eran "una barbaridad" ya que equiparaba a los defensores de la democracia con los fascistas. "Un país debe tener claro cuáles son sus referentes", manifestó, para añadir que rendir homenaje a los fascistas es "jugar con fuego": "Es como si Alemania decidiera homenajear tanto a las víctimas de los nazis como a miembros de las SS".
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Pero el propio Duran zanjó las dudas sobre cómo ve el Govern la memoria histórica: "Nunca he compartido al 100% la visión que tenía el Tripartito de este tema", explicó a preguntas de Público. Y se lanzó a una explicación en la que equiparaba al bando republicano con el fascista: "Esta es la sede de un partido que ya existía durante la Segunda República y que tiene un mártir fusilado por los franquistas. Pero lo cogieron cuando huía para que no le mataran los otros", explicó. Su conclusión iba en la misma línea que la de Ortega: "En la peor etapa de nuestra historia, la Guerra Civil, unos y otros las hicieron de todos los colores".
Las asociaciones acusan al Ejecutivo de "falta de voluntad de entendimiento"
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Opiniones aparte, el disgusto de las asociaciones es grande: según explican, el Memorial Democràtic está congelado, con un director en funciones. Entre las casi 80 personalidades que conforman el Consell de Participació del Memorial Democràtic ha cundido la impresión de que el Govern quiere suprimir las políticas en este campo, ya que el Memorial ha estado inactivo desde la llegada de Mas al poder. Además, denuncian "falta de comunicación y de voluntad de entendimiento" por parte del ejecutivo. Enric Pubill, director del Consell de Participació, explica a Público que, "si se sigue en esta línea, el Memorial Democràtic quedará reducido a atracción para turistas". En julio, las entidades mandaron una carta al Govern para pedir un cambio de actitud. Era la segunda que enviaban y no obtuvo respuesta: desde octubre, el Govern no se ha reunido con unas asociaciones que ya han superado las dudas iniciales para pasar a un estado de profunda preocupación. "La vicepresidenta ha dicho muy claro que la intención del Govern no es congelar el Memorial. Pero es exactamente lo que parece que han hecho", lamenta Cruanyes, que recuerda que el órgano ejecutivo del Memorial no se ha reunido en todo el año.
La aprobación de los últimos presupuestos, que Mas sacó adelante con el imprescindible apoyo del PP, ya auguraba que la Memoria Histórica quedaría arrinconada. La Generalitat ha recortado en 2.600 millones su gasto ordinario respecto al pasado año para lograr un decrecimiento cercano al 10%. Partidas como la de Sanidad sufrieron un tijeretazo de 878 millones un 6,5% y la de Educación presenta un ahorro del 7,4%, lo que supone 393 millones menos. Así las cosas, no era de extrañar que Gobernación y Relaciones Institucionales, donde se ubica el Memorial Democràtic, sufriera un duro varapalo. Así fue.
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La aprobación de los últimos presupuestos ya auguraba que la Memoria Histórica quedaría arrinconada
El departamento de Joana Ortega quedó trasquilado con un 19,9% menos de dotación presupuestaria, lo que equivale a 325 millones. El pasado año, la Dirección General de la Memoria Democrática que englo-ba el Memorial y el resto de políticas tuvo un presupuesto de siete millones de euros. Y, a pesar de que una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas de 2008 indicaba que el 66,7% de los catalanes considera necesarias las políticas públicas de recuperación de la memoria, no parece que la inacción del Memorial vaya a provocar protestas significativas en un momento de recortes generalizados.
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De esta forma, todo apunta a que en el futuro puedan repetirse epopeyas como la que vivió Pilar Azemar para recuperar fragmentos de la memoria colectiva catalana. Desde 1976, trabajó para rehabilitar la memoria de su marido, cuyo consejo de guerra fue anulado en 2005. Por entonces, Azemar llevaba 17 años muerta y no pudo ver rehabilitada la figura de su marido, Manuel Carrasco i Formiguera.