Almodóvar, Alaska y Sabina felicitan a Chavela Vargas en su noche de homenaje
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Pedro Almodóvar, Joaquín Sabina, Alaska y Julieta Venegas fueron algunos de los amigos que rindieron tributo esta noche, en persona o por vídeo, a "la dama del poncho rojo", Chavela Vargas, en el homenaje que le brindó Ciudad de México.
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"En las hemerotecas me gustaría que pusiera 'Pedro Almodóvar, presentador oficial de Chavela Vargas', y después ya lo de cineasta. Muchas felicidades, querida Chavela", dijo cariñosamente en un vídeo el director español.
La homenajeada, recién cumplidos 90 intensos años, presidía la noche desde una silla de ruedas en el escenario del Teatro de la Ciudad, tocada con poncho y arropada por la diseñadora española Elena Benarroch y el escritor mexicano Carlos Monsiváis.
"Que sepas que sigo soltero, esperando que quieras casarte conmigo", le espetó también en pantalla el cantautor Joaquín Sabina, uno de sus grandes amigos.
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Quien sí estuvo en la sala fue la cantante Alaska -acompañada de su marido Mario Vaquerizo-, que se arrodilló ante la "cumpleañera": "Me hinqué en el camerino y me vuelvo a hincar, que es como hay que estar ante ti", dijo, besándole la mano.
También felicitaron por vídeo artistas como Miguel Bosé, Concha Buika ("la Chavela negra", como la llama la propia cantante), Martirio y el músico cubano Chucho Valdés.
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La diva recibió también durante el homenaje la medalla de Ciudadana Distinguida por parte del alcalde de la metrópoli, Marcelo Ebrard. Mientras, en la calle, decenas de personas protestaban porque a pesar de tener entrada para el espectáculo, se les negó el acceso.
El Gobierno de la ciudad había repartido demasiadas invitaciones de cortesía y no había sitio para todos, explicaron en el teatro.
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Las cerca de 1.350 personas en el recinto pudieron disfrutar de dos horas inolvidables con las canciones inmortalizadas por la estrella de la noche pero en boca de voces como las de las mexicanas Julieta Venegas, Eugenia León y Astrid Hadad.
La cabaretera Hadad confesó ser "una ladrona" por "haber robado los ecos" de Chavela en un espacio de Toulouse por donde ambas habían pasado; y Venegas cantó respetuosa "Las ciudades", el tema preferido de Chavela de todos los que le compuso el maestro José Alfredo Jiménez.
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"Paloma negra", en la voz de la también mexicana Lila Downs, estremeció como ninguna el patio de butacas. Nombrada por la homenajeada como su sucesora, Downs provocó un terremoto de suspiros con su interpretación, entre ellos los de su amiga y maestra.
Durante toda la noche, retazos de vídeo repasaban la historia del mito, a veces contada por ella misma: sus parrandas, su amistad con la pintora Frida Kahlo, su México de adopción -nació en Costa Rica en 1919 y llegó adolescente-, la ciudad de su juventud y su amor por la libertad, sólo lograda "en soledad".
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Muchos artistas pasaron a hacerle arrumacos vocales; todos se reunieron al final para cantarle "Las Mañanitas" -tradicional canción de cumpleaños en México-, mientras ella sonreía y, quizás, ocultaba unas lágrimas tras sus gafas negras.
Gafas que, contra su costumbre, se quitó una vez durante la noche para lanzar besos al público y regalarle sus ojos, ya que ellos le habían dado sus corazones durante más de medio siglo de carrera.
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"Quiero dar las gracias por este homenaje, estoy muy emocionada, en silla de ruedas, pero así no me voy a quedar, les prometo que en dos meses ya camino, esto fue un paréntesis casual", habló por primera vez.
Y se obró el milagro que todos esperaban: "Y volver, volver, volver...", entonó la leyenda con voz trémula, frágil, mientras el público sentía cómo se abrían los cielos.
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Oded Calderón, un espontáneo veinteañero, aprovechó la confusión final para subir al escenario a entregarle a su diosa un dibujo enmarcado. La noche acababa y la leyenda quedó sola en las tablas, a merced del embate interminable de aplausos. Sonriente, emocionada.
El telón se cerró lentamente sobre ella; pero la cortina hubo de inclinarse ante su majestad y volvió a abrirse para una nueva ronda de vítores. Felicidades, Chavela.