El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, reiteró hoy que su país "está preparado" para colaborar con Estados Unidos en la resolución de los problemas que acucian al mundo siempre que exista un cambio de actitud.

En una audiencia concedida a la nueva embajadora de Suiza en Teherán, Livia Le Agosti, cuyo país representa los intereses de EEUU en Irán, el mandatario iraní insistió en que para que el acercamiento se produzca debe antes prevalecer "un ambiente de respeto y confianza mutuo".

"La República Islámica de Irán está preparada para dar la bienvenida a cambios reales y correctos en el seno de la nueva Administración norteamericana y cooperar para resolver los grandes problemas globales desde un ambiente limpio y de mutuo respeto", dijo Ahmadineyad, a quien cita la prensa local.

EEUU e Irán rompieron sus lazos diplomáticos en abril de 1980 tras el asalto a la embajada norteamericana en Teherán y el triunfo de la revolución islámica que derrocó el gobierno del último Sha de Persia, el pro occidental Mohamad Reza Pahlevi.

Sin embargo, la raíz del conflicto entre ambos países se hunde en 1953, año en que un golpe de estado planeado y ejecutado por la CIA e instigado por el Reino Unido acabó con el gobierno democrático del primer ministro nacionalista Mohamad Mossadegh y devolvió el poder absoluto al Sha.

En este sentido, Ahamdineyed volvió a reiterar hoy que "la era de los países que acosan" ha pasado y que esos estados, en clara alusión a EEUU, tienen "una oportunidad de oro para cambiar sus conductas".

"Hoy, el uso de la fuerza es inaceptable en las relaciones internacionales. Los poderes arrogantes deben aceptar los derechos y los requerimientos de la grande y civilizada nación irania", subrayó el mandatario.

"Los errores de la Administración (dirigida por el anterior presidente norteamericano, George W.) Bush deben servir de lección", apostilló.

Esta semana, el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, ofreció "tender la mano si Irán abre el puño".

El ofrecimiento ha provocado un agrio debate en Irán y ha divido a la clase política entre los partidarios del acercamiento y los que abogan por conservar la línea dura.