11 horas para evitar otro 11-M
Un informe detalla los momentos previos a la detención de los acusados de planear un atentado en el metro de Barcelona
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Poco después del mediodía del 18 de enero de 2008, el teléfono sonaba en la discreta sede que el Servicio de Información de la Guardia Civil tiene muy cerca del madrileño aeropuerto de Barajas. Al otro lado de la línea, la voz de un alto responsable del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) apremiaba a su interlocutor para que agentes especializados en terrorismo islamista se desplazaran urgentemente a la sede del servicio secreto, situado en el otro extremo de la capital. El motivo: un confidente les acababa de alertar "de la inminencia de una serie de atentados terroristas en diversos países de Europa, entre otros España, Alemania, Francia y Bélgica. Los atentados a perpetrar en España, en concreto en Barcelona, serían el detonante para iniciar la secuencia de atentados en cadena".
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Se iniciaba así la operación policial que ese mismo día, diez minutos antes de la medianoche, iba a culminar con la captura de los presuntos integrantes de una célula yihadista integrada por ciudadanos de origen paquistaní asentados en Barcelona. A escasas semanas de que la Audiencia Nacional fije la fecha para la vista que debe juzgarlos, Público reconstruye, gracias a los informes redactados por los guardias civiles que intervinieron, el minuto a minuto de las tensas 11 horas que separaron aquella reunión y las detenciones.
El encuentro entre la Guardia Civil y el CNI se celebró a la una de la tarde de aquel sábado. En él, los responsables del servicio secreto pusieron sobre la mesa los inquietantes datos que habían recopilado y los que les había facilitado su confidente, un ciudadano musulmán recién enviado a Barcelona desde Francia para convertirse en uno de los terroristas suicidas. El CNI se mostró convencido de que los sospechosos estaban ya "ultimando los detalles de la planificación de las acciones terroristas". Como ejemplo de ello, explicaron que el día anterior, sobre las 10 de la noche, uno de sus agentes había visto cómo dos de los sospechosos a los que llevaban vigilando desde hacía algún tiempo habían arrojado a un contenedor de basura una bolsa con restos de lo que parecían componentes de un artefacto explosivo.
"Debido a la gravedad de la noticia", detalla el informe de la Guardia Civil, responsables de ambos servicios se desplazaron esa misma tarde a la Audiencia Nacional para entrevistarse con el juez Ismael Moreno. Los agentes estaban convencidos de que no había tiempo que perder ante la amenaza un atentado inminente. Querían que el magistrado les facilitara dos autos para poder pinchar los teléfonos de los dos sospechosos ya identificados. Que fuera él quien judicializara una carrera contrarreloj que acababan de iniciar, y que había llevado a Guardia Civil y CNI a movilizar a sus efectivos "más próximos a la zona" y a iniciar "el desplazamiento de agentes desde Madrid". El juez accedió.
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A las 17 horas, el operativo ya estaba a pleno rendimiento en Barcelona. Sólo media hora después llegaban nuevas noticias inquietantes. Un agente del CNI comunicaba que el confidente les había hecho saber que estaba a punto de celebrarse una reunión de los terroristas "con el objeto de ultimar los detalles" de los atentados. Unos atentados que, según el confidente, "tendrían lugar a lo largo de los tres días siguientes a la finalización del rezo del mediodía" de ese 18 de enero.
Veinte minutos más tarde, y mientras los equipos conjuntos de guardias civiles y agentes secretos se afanaban en "localizar a cuantos elementos pertenecientes al grupo sea posible detectar", llegaba la información de que la reunión de la célula ya tenía lugar y hora: se iba a celebrar entre las 18 y las 19 en un domicilio situado en el número 25 de la barcelonesa calle de Santa Madrona. "Ese momento del día ya estaba siendo considerado como crítico", escribía la Guardia Civil en uno de sus informes a los que ha tenido acceso este diario.
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Sobre las 19:30 horas, los agentes que vigilaban esa vivienda detectaron la salida de un grupo de cuatro individuos que portaban mochilas. El discreto seguimiento al que les sometieron los agentes les llevó, 15 minutos más tarde, a descubrir otro de los puntos de reunión del grupo: el número 91 de la calle Hospital, sede de la Mezquita Tariz-ibn-Syad. Debieron pasar casi dos horas para que la Guardia Civil volviera a detectar movimientos sospechosos. A las 21:15 horas, dos de los presuntos terroristas salieron del templo. "Estos dos individuos portan a su vez mochilas de modo que se toma la decisión de iniciar un control de sus movimientos que transcurrieron por diversas calles del centro de Barcelona", recogió la Guardia Civil en su informe en unas líneas que dejaban ver el temor a que en cualquier momento cometieran un atentado. Falsa alarma. Ambos terminaron entrando en una vivienda situada en el número 5 de la calle Massanet.
No habían pasado ni 30 minutos cuando las luces rojas volvieron a encenderse. Uno de los agentes que controlaba el portal que daba acceso a la mezquita detectó la presencia de un sujeto que, desde el interior del templo, comenzaba a mirar nervioso a un lago y otro de la calle. Instantes después, ocho personas, "todas ellas portando mochilas y diversos bultos", salieron de la mezquita y se dirigieron a un punto, no identificado en aquel momento, del barrio antiguo de Barcelona. Entre las personas que formaban este grupo, el CNI identificó a varios de los integrantes de la célula sobre cuyos pasos hacía tiempo que estaban. Ese fue el momento que los informes de la Guardia Civil califican de "mayor riesgo". "Los movimientos ejecutados por los objetivos constituyen una suma de factores de riesgo que se evalúa como amenaza crítica", se lee textualmente en dichos documentos.
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Con la orden de detener a los sospechosos si estos entraban en el metro o subían a un autobús, los agentes siguieron de cerca a los ocho individuos que, en grupos de dos, llegaron diez minutos más tarde al piso de la calle Massanet, donde ya estaban otros dos sospechosos. Convencidos de que el atentado era inminente, los expertos antiterroristas decidieron solicitar al juez los mandamientos de entrada y registro en los tres domicilios hasta ese momento localizados. A las 23:50 horas, agentes de la Unidad Especial de Intervención (los geos de la Guardia Civil) irrumpían en las viviendas y detenían a 14 personas. La amenaza de un hipotético atentado como los del 11-M quedaba abortada sólo 11 horas después de aquella reunión en la sede del CNI.