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Unas 7.000 personas reviven en el concierto de Mark Knopfler la pasión de los Dire Straits

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El guitarrista británico Mark Knopfler ha reunido esta noche en el Palau Sant Jordi de Barcelona a unos 7.000 seguidores que han revivido su vieja pasión por Dire Straits y que no han escondido cierta indiferencia por los temas de su último trabajo, "Kill to get crimson", o de su carrera en solitario.

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La escala que ha hecho en Barcelona era su primera cita en España de la gira mundial de promoción de este disco, a la que seguirán mañana Madrid y el día 5 la localidad granadina de Atarfe, un encuentro con sus fans españoles después de que en 2006 recalara en en su gira junto a Emmylou Harris.

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En algo más de una hora y media el que fuera líder de Dire Straits, que ya tiene a sus espaldas la nada despreciable cifra de 120 millones de discos vendidos en grupo o solitario, ha interpretado apenas dos o tres temas del que es su séptimo álbum en solitario, un disco en el que ha apostado por un retorno a sus orígenes, cuando el rock inglés recibía claras influencias del folk.

El concierto ha comenzado puntualmente a las 21,30 horas con un tema inconfundiblemente country "Cannibals", un tema dentro de ese estilo folk que ahora reivindica, subrayado por los instrumentos de la banda, entre los que había violín, contrabajo, acordeón, guitarras acústicas o flautas.

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En los temas de su último trabajo se nota la huella de sus músicos de cabecera iniciáticos, Hank Marvin, Duane Eddy y, sobre todo, Bob Dylan.

De las canciones del nuevo disco, ha sido muy aplaudida "The fish and the bird", en la que Knopfler toca una espectacular guitarra metálica totalmente plateada de su colección de más de 70 guitarras.

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El público, con una media ya entrada en edad, ha recibido las primeras canciones con bastante enfado y seguro que ha tenido buena parte de culpa el pésimo sonido que había en el Sant Jordi, que impedía a Knopfler llegar con su voz a todo el auditorio.

Tan escandaloso ha resultado por momentos que amplios sectores de la audiencia han silbado a la banda y coreado a grito pelado: "No se oye", mientras el pobre Knopfler no entendía qué canción le pedían que tocara.

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A partir de la cuarta canción, la noche ha discurrido ya sin mayores problemas con alguno de sus temas populares en solitario, "Sailing to Philadelphia" o "True love will never fade".

Seguidamente, con "Hill farmer blues" ha llegado su primer solo de guitarra del concierto, pero las dos canciones posteriores han despertado al público y llegado el apoteosis.

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Con el mismo guión aprendido en sus anteriores conciertos de días atrás en Holanda, Mark Knopfler ha cantado una quincena de temas.

El público, manifiestamente más seguidor de Dire Straits que no del Knopfler en solitario, ha alcanzado la comunión perfecta con su ídolo en cuanto de la guitarra plateada y de su no menos conocida guitarra rojiblanca han salido las notas de "Romeo and Juliet" y, especialmente, "Sultans of Swing", el primer gran éxito de los Straits y seguramente, su canción más popular.

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En la parte final de la velada, además de la country "Daddy's gone to Knoxville", ésta de su anterior álbum "Ragpickers", el guitarrista escocés ha interpretado la melódica "Postcards from Paraguay" y la folk "Speedway at Nazareth", con un tono inicial que recordaba bastante la música celta, pero que acaba a ritmo de rock.

El escenario, bastante sobrio de escenografía e iluminación, ha tenido su minuto de gloria cuando en la penúltima canción, la cúpula ha girado y en el fondo ha aparecido la silueta de una guitarra eléctrica.

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Antes de los bises, el ex líder de Dire Straits ha cerrado el concierto del Sant Jordi con otro tema de su antigua banda, "Telegraph Road", que quizá ha dejado un mejor sabor de boca a un público demasiado nostálgico.

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